Avances y Programas Estratégicos de la Gestión Ministerial
El Poder Popular y la Familia como Eje de la Reinserción
La atención integral del sistema penitenciario no se limita a la persona privada de libertad, sino que se extiende a su núcleo familiar. El Plan Llegó Maíta
es un pilar fundamental de la política de pacificación y humanización, reconociendo el «valor relevante que tiene el ámbito afectivo en la rehabilitación» del interno. Este programa, que atiende directamente a las madres, esposas y hermanas de los privados de libertad, les ofrece atención especializada que incluye asesoría psicológica, orientación legal y formación educativa.
A través de jornadas integrales, el plan no solo fortalece el vínculo familiar, sino que también prepara a las familias para sobrellevar la separación y, a largo plazo, para la reincorporación del egresado a su seno familiar. Este enfoque de gestión humanista es la encarnación práctica del «poder popular» en el sistema penitenciario. Al involucrar a la comunidad, y en este caso a las familias, en el proceso de rehabilitación, el Ministerio trasciende su rol tradicional y transfiere una parte de su responsabilidad a la organización popular, lo cual es un principio esencial de la «Gestión Revolucionaria».
Soberanía Productiva y Formación para la Vida
La formación y el trabajo son pilares de la reinserción social, y el Ministerio ha consolidado programas estratégicos en esta área. El Proyecto Miranda
, por ejemplo, es el resultado de un convenio con el Instituto Nacional de Capacitación y Educación Socialista (INCEs), que busca ofrecer una «formación y atención integral» a la población penitenciaria. Este proyecto establece la meta de ocho horas diarias de actividades educativas, socioproductivas y de servicio. Este enfoque no solo dignifica la vida del recluso, sino que también lo capacita con un oficio que le permitirá reinsertarse de manera exitosa en el mercado laboral una vez en libertad, reafirmando el compromiso con un sistema «transformador y humanista».
Un ejemplo tangible de esta visión productiva es el Plan Siembra y Cría
, un programa que convierte los centros de reclusión en espacios de producción agrícola y pecuaria, contribuyendo directamente a la «soberanía alimentaria» del país. Este plan impulsa la instalación de granjas avícolas y porcinas, así como la siembra de diversos rubros. La labor del privado de libertad en estos proyectos es una «inversión social» que dignifica y fortalece la economía nacional.
Complementando estos esfuerzos, iniciativas como el Proyecto Alcatraz
, promovido por la Fundación Santa Teresa, utilizan el rugby como una herramienta para la «transformación social» y la «formación en valores», lo que demuestra un abordaje holístico de la rehabilitación que va más allá de lo meramente laboral.